PRIEST FEAST – Cubierta de Leganés, 15/03/09)

Es sabido en el mundo del Metal que Rob Halford, desde su regreso a las filas de Judas Priest, ha dejado entrever más de lo deseable el paso (y el peso) de los años, mostrándose excesivamente estático en el escenario, y según se ha llegado a comentar, mostrando ciertas carencias vocales en los temas más exigentes. De lo primero no hay duda, es algo evidente, y en parte el propio Metal God trata de explotarlo con esa pose de «sacerdote robotizado» lleno de cuero y tachuelas, efectiva en algunos momentos. Sin embargo, en el concierto del pasado domingo en la Cubierta de Leganés, ni él ni sus compañeros dejaron ninguna duda de por qué son uno de los pilares de la historia del Heavy Metal, con un conciertazo que tardaremos en olvidar.

Pero eso no es todo. Este Priest Feast nos ha traído un cartel de lujo, con dos bandas como Testament y Megadeth, auténticos iconos del Thrash Metal, a los que no había tenido ocasión de ver en directo hasta ahora.

Los primeros, clásicos de la Bay Area de San Francisco, fueron los grandes damnificados de la tan criticada acústica de la Cubierta, ya que fueron los únicos que tocaron con el techo cerrado, lo que provoca un sonido pésimo en esta plaza. Aún así demostraron de lo que son capaces, con unos 40 minutos llenos de potencia, en los que entremezclaron sus himnos del pasado (Over The Wall, Souls Of Black, Practice What You Preach) con los de su recomendable último disco, The Formation Of Damnation. Mención especial para Alex Scholnick, un auténtico maestro de las 6 cuerdas, cuyo retorno parece haberle devuelto a Testament el ingrediente que le faltaba. Esperemos que haya vuelto para quedarse, y que eso no le haga abandonar su interesantísimo proyecto Jazz, el Alex Scholnick Trio, donde muestra su amplísimo registro.

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A continuación era el turno de Dave Mustaine y sus remodelados Megadeth. Algún iluminado de la organización tuvo la feliz idea de abrir la cubierta en el descanso, y esto fue lo que definitivamente salvó el resto de la noche. Mucho más allá de lo que me esperaba, Megadeth nos ofrecieron un conciertazo memorable, repleto de clásicos de la banda, interpretados con una potencia y una precisión realmente apabullantes. Encorsetado por la rigidez de la limitación de tiempo (cumplieron la hora que tenían con una exactitud pasmosa), Mustaine apenas se dirigió con un par de «gracias» al público, y se dedicó a descargar un temazo tras otro. Impresionantes «In My Darkest Hour», «Hangar 18», «Peace Sells…», y el obligado bis «Holy Wars», hasta el punto de que llegamos a comentar que se lo habían puesto realmente difícil a los titulares de la noche.

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Pero los Judas no son precisamente unos cualquiera, y respondieron al desafío con una descarga apabullante, muy por encima también de mis expectativas. Tras la intro «Dawn Of Creation» y «Prophecy» del reciente Nostradamus, atacaron con «Metal Gods«, y de inmediato ya tenían a todo el público entregado. La voz de Halford, a pesar de ahorrarse algunos agudos, daba perfectamente la taya, y así, tras una aplastante «Between The Hammer And The Anvil» y «Devils Child«, volvieron a desatar la locura con el clásico «Breaking The Law«.

Por supuesto, «The Hellion/Electric Eye» fue uno de los grandes momentos de la noche, pero también la interpretación del clásico «Sinner«, en el que K.K. Downing adoptó el protagonismo por encima de su compañero Glenn Tipton. A continuación, el gran reto de Halford noche tras noche: «Painkiller«. Este tema es una auténtica obra de ingeniería metálica, que te deja con la boca abierta cuando lo presencias en directo. Y además creo que Halford dio la talla, dentro de la dificultad.

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La temperatura siguió subiendo con los bises de rigor, con tres clásicos como «Hell Bent For Leather«, «The Green Manalishi» y «You’ve Got Another Thing Comin`«, en la que el Metal God se divirtió a gusto jugando con la audiencia.

Pero entonces llegó el gran momento: La banda, tras completar el set que ha sido fijo en toda la gira, ya se despedía de un público entregado, cuando Rob Halford agarró a K.K. Downing, indicándole claramente que quería tocar un tema más. Cuando le preguntó al público si quería una más, evidentemente se desató la locura. Tras una tensa espera (los instrumentos ya estaban desconectados) atacaron con un «Living After Midnight» que puso definitivamente la plaza patas arriba, y en el que el Metal God parecía estar disfrutando más que nadie. Está claro que esa noche estaba con ganas, y la respuesta del público le dio el empujón que necesitaba para romper totalmente el protocolo.

En resumen, el que tuvo retuvo, y desde luego todo aquel que piense que estos tres grupos son cosa del pasado, solo tendría que haberse pasado por allí para ver como son capaces de hacer parecer muy poca cosa a cualquier grupillo de hoy en día.